jueves, 4 de abril de 2019

EL JUEGO DEL SIGLO XIX

Resultado de imagen de carlos iv1. ¿Quién es el hijo de Carlos IV?

A) Carlos III
B) Alfonso XII
C) Alfonso XIII
D) Fernando VII



2. ¿ Cómo se llama el tratado para ayudar a Francia contra Inglaterra?

A) San Ildefonso
B) Valençay
C) Trafalgar
D) Fontenebleau




Resultado de imagen de guerra de independencia española3. ¿En qué año terminó la Guerra de la Independencia?

A) 1808
B) 1810
C) 1812
D) 1813

4. ¿Cómo se le conoce a la Constitución de 1812?

A) La Juana
B) La Gloriosa
C) La Pepa
D) La Carmen

Resultado de imagen de ley moyano5. ¿Qué hizo Espartero en Barcelona?

A) Bombardearlo
B) Nada
C) Fabricar lana
D) Crear una frontera

6. ¿Cómo se llama la Revolución de 1868?

A) No tiene nombre
B) La Gloriosa
C) Isabel
D) Franquista






7. ¿Qué ley fue la primera que dio paso a la Ley Moyano?
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A) Plan Pidal
B) Reglamento del 21
C) Plan Duque
D) Ley de Independencia

8. ¿Hasta cuando estuvo vigente la Ley Moyano?

A) 1860
B) 1859
C) 1969
D) 1970

9. ¿Por qué la Ley Moyano es considerada de las más importantes?

A) Por ser la más longeva
B) Por la figura de Moyano
C) No dan control a la Iglesia
D) Todas son correctas

Resultado de imagen de alfonso xii10. ¿Cuántos presidentes hubo durante la Primera República?

A) 1
B) 3
C) 2
D) 4

11. ¿Quién produjo el golpe de estado que dio inicio a la Restauración?

A) Salmeron
B) Pi i Margal
C) Serrano
D) Pavia






SOLUCIONES

1. D) Fernando VII
2. A) San Ildefonso
3. D) 1813
4. C) La Pepa
5. A) Bombardearlo
6. B) La Gloriosa
7. B) Reglamento del 21
8. D) 1970
9. A) Por ser la más longeva
10. D) 4
11. D) Pavia

viernes, 22 de marzo de 2019

CRISIS DEL 98



LA CRISIS DE 1898

 0.- Introducción.-
Desde principios de los años noventa, el régimen canovista empezó a mostrar síntomas de agotamiento, desgaste y falta de dirección. En este contexto estallaron nuevas insurrecciones antiespañolas, que se cerraron con el “Desastre de 1898”, es decir, la pérdida de los restos del Imperio colonial español; fue un hito esencial de nuestra historia. España, en política exterior, va a bajar a potencia de segundo orden al perder esas posesiones ultramarinas (pasando de ser imperio a nación) y, tras esto, se embarcará a la aventura africana.
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 1.- La caída del Imperio: causas, precedentes, desarrollo y consecuencias del Desastre de 1898.-
En 1885 el país se vio sacudido por un conflicto con Alemania en torno a las islas Carolinas (en el Pacífico), que a punto estuvo de provocar una guerra, que fue evitada por el buen sentido y prudencia de Cánovas. Un ataque en 1893 a posiciones españolas cerca de Melilla puso de relieve la no preparación del ejército español y la vulnerabilidad de los enclaves coloniales.
a) Causas.- Las causas de las guerras independentistas hay que buscarlas en:
- los intereses económicos y políticos (prestigio) de la clase dominante española,
- política canovista de recogimiento,
- torpeza de los políticos españoles,
- ejército sin preparación adecuada,
- intereses de la oligarquía y campesinado cubano por la independencia política y económica,
- el interés norteamericano (cuyo presidente era Bill McKinley) en los aspectos políticos y económicos

b) Precedentes.- En 1878 por la Paz de Zanjón, que acababa con la Guerra de los Diez Años (1868-1878), se consiguió firmar la paz con los mambises, insurrectos cubanos. Las promesas de autonomía, recogidas en la Paz de Zanjón, no se respetaron y los cubanos seguían pidiendo mayores cuotas de autonomía e independencia; por esta razón se fundaron dos partidos políticos: el Liberal Autonomista y la Unión Constitucional.
Antonio Maura (tras ser nombrado Ministro de Ultramar), dándose cuenta de la gravedad del problema, presentó un proyecto de autogobierno para la isla, pero fracasó debido a las presiones de la oligarquía económica cubana y española, que tenían gran influencia en el parlamento español. Hubo otra guerra con Cuba en 1880, llamada la Guerra Chiquita.

c) Desarrollo (1895-1898).- Las guerras de Cuba y Filipinas, reiniciadas desde 1895 y 1896, ahora con caudillos como José Martí, Gómez o Maceo en Cuba, y José Rizal o Emiliano Aguinaldo en Filipinas, estaban dispuestas a repetir las gestas de sus antecesores de los años diez y veinte y conquistar para sus países la independencia.

Para no cometer los mismos errores que en la Guerra de los Diez Años, en Cuba, José Martí busca apoyos militares en Costa Rica y Santo Domingo, desde esta última se produce el Manifiesto de Monte Cristi, donde aboga por la emancipación cubana:

Después Martí parte desde Haití rumbo a Cuba para unirse al Grito de Baire, en noviembre de 1895, con el que se reanudó la insurrección separatista cubana, siendo enviado para dominarla al general Martínez Campos; el general español se había dado cuenta que no era una revuelta popular, ni bandolerismo, sino revolucionaria y con escasas posibilidades de ser sofocada. No queriendo afrontar esta responsabilidad, presentó su renuncia, aconsejando su sustitución por un general duro. Entonces fue designado el general Valeriano Weyler , que sí se encontraba dispuesto a combatir la guerra de guerrillas con otra guerra. La inteligente estrategia de lucha de Weyler fue dividir la isla (para aislar las guerrillas) mediante líneas fortificadas o alambradas y llevar una política de “reconcentración” de la población rural en campamentos militares, para evitar que estos ayudaran a los insurrectos.
La guerra de Cuba consumió importantes recursos humanos y materiales, hundió a la Hacienda en un pozo sin fondo y abrió un grave conflicto con los Estados Unidos, al que la diplomacia española hubo de hacer frente sin ningún apoyo de las potencias europeas. Con la muerte de Maceo la guerra estaba prácticamente ganada por España pero, muerto Cánovas en 1897, Sagasta -que tomó el poder- destituyó a Weyler y consiguió aprobar un proyecto de amplia autonomía para Cuba y Puerto Rico, pero ya fue demasiado tarde en el caso cubano, sobre todo, por la presión de los Estados Unidos a España y apoyo a Cuba. España se vio obligada a entrar en una nueva guerra y tuvo que enviar a más de 300.000 soldados.
Además el problema se complicó por la intromisión de los Estados Unidos, que apoyaron a los cubanos con armas y con dinero, mientras que por otra vía intentaron comprar Cuba a España (cosa que fue negada al ser considerada como un trozo de la patria); el intento de autonomía fue juzgado insuficiente desde la presidencia McKinley, que estaba decidido a que España abandonara Cuba y Puerto Rico por las buenas o por las malas. El estallido, en el puerto de La Habana en 1898, del acorazado norteamericano Maine precipitó un ultimátum de los Estados Unidos, su pretexto para declarar la guerra a España, a pesar de lo fortuito del accidente, pero política y económicamente le interesaba. McKinley hubiera preferido comprar la isla de Cuba, con la que tendría mayor libertad de acción, pero si hacía una guerra de liberación tenía que concederle la independencia.
España no podía aceptar este ultimátum y entró en guerra: una derrota honrosa proporcionaba una salida al régimen canovista.
Aunque la población norteamericana era cuatro veces superior a la española y triple su renta per capita, el ejército español era muy superior al norteamericano, pero mal armado, mal abastecido y minado por las enfermedades tropicales; a pesar de ello vencieron en las lomas de San Juan y obligó a reembarcar y huir a los americanos. La marina norteamericana era similar en número a la española, aunque esta última era más ligera al tener un blindaje menor y poseía un armamento de menos alcance. Los EE.UU. actuaron de forma rápida y destruyeron en Cavite a la flota española del Pacífico (en mayo) y en Santiago de Cuba (en julio) al grueso de la escuadra española, que mandaba el almirante Cervera. Este dio la orden absurda de salir los buques del puerto de Santiago uno a uno, cuando los americanos les esperaban, por lo que fue un fácil blanco a un enemigo superior.
En 1896 había estallado en las islas Filipinas un movimiento similar de independencia de España, llegándose al año siguiente a una aparente resolución del conflicto con la Paz de Biak-Na-Bato, en la que se exige a los cabecillas exiliarse a Hong-Kong; ante esta paz el gobierno español decide reducir el número de sus tropas allí (de 400 pasan a 50 militares). Pero no fue hasta después de la derrota española en Cuba cuando los norteamericanos apoyaron y financiaron a los líderes independentistas tagalos, que vuelven en secreto a las islas y reanudan la revolución. Al mes siguiente, desconocedores los españoles de la firma del Tratado de París y de la recién independencia de Filipinas son atacados por los tagalos, siendo sitiados los españoles en la ermita de Baler, al noroeste de Manila: son los últimos de Filipinas. Por el Tratado de París los españoles cedieron la soberanía de la islas Filipinas a los EE.UU. por lo que estos quisieron dominarlas, ante esto los filipinos engañados y atacados por los que creían sus aliados se levantan en armas comenzando la Guerra Filipino-Estadunidense: una guerra feroz en la que murieron unos 300.000 independentistas filipinos contra el invasor americano, que habían usado el pretexto de liberarlas del dominio español para obtenerlas.
Al final España firmó un protocolo pidiendo el fin de la guerra; el 10 de diciembre de 1898 se firmó en París un tratado de paz (Paz de París) por el que España renunciaba a Cuba y cedía Puerto Rico, Guam y Filipinas a los Estados Unidos. Fueron condiciones muy duras para España. La exigencia de la entrega de Filipinas se debió a la influencia británica, que temía que este archipiélago cayera en manos de los japoneses. La guerra costó a España entre 80.000 y 100.000 hombres y se convertía en una modesta nación, sin influencia en política internacional (ya sólo le quedaban las pocas posesiones de África, con las que intentaría compensar lo perdido).
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d) Consecuencias.- Esta derrota a nivel oficial no produjo ninguna crisis de Estado, ni al papel monárquico ni al gobierno; el pueblo sintió apatía por el dolor de las muertes y la miseria padecida , pero hubo una oleada de pesimismo. El país estaba harto de la guerra, sobre todo las clases populares, indignados porque sus familiares al no poder pagar las 2.000 pesetas que costaba la redención de un soldado para no ir a la lucha. Santiago Ramón y Cajal, en sus Memorias, nos ha dejado testimonios de la incompetencia producida por las muchas bajas debidas a enfermedades y no por acciones de guerra: fiebre amarilla, paludismo, viruela, disentería, tuberculosis, etc.
Económicamente no hubo tampoco crisis importante. Afectó a las exportaciones textiles catalanas y a las importaciones de materias primas baratas; pero la repatriación de capitales compensó en algo los efectos negativos (se permitió a los españoles en Cuba o Puerto Rico liquidar sin problemas sus negocios; los negocios que prefirieron quedarse allí no fueron molestados). El cambio económico producido llevó a España a incorporarse al desarrollo industrial-capitalista, hasta el punto de ser en 1934 el noveno país mundial en cuanto a nivel de desarrollo.
Pero la gran consecuencia fue de orden moral y anímico. España, que tuvo un imperio donde "no se ponía el sol" perdía sus últimas colonias. Se dieron cuenta de que éramos una nación insignificante en el orden internacional, pobre y atrasada económicamente, y políticamente dominada por el caciquismo. Es cierto que despertó simpatías platónicas en Europa, como la del Kaiser Guillermo II de Alemania, que quiso una acción conjunta que mostrara la solidaridad europea, pero no se hizo al no contar con la colaboración de Inglaterra (que pensaba que América para los yanquis y África para los británicos).Esos eran los verdaderos males de España y había que regenerarla. Aparece entonces el Regeneracionismo y la Generación del 98.
2.- El Desastre del 98, el Regeneracionismo y la Generación del 98.-
Una llamativa pasividad general fue la respuesta a la crisis del 98; aunque la mayoría de la población había sufrido la tragedia en carnes propias, daba la sensación de que la mayoría prefería dejar las cosas como estaban: un pesimismo antropológico, una resignación cristiana, a la espera de un salvador. No llegó a producirse ningún levantamiento militar, los carlistas no se echaron al monte y los republicanos dejaron para mejor ocasión convocar al pueblo contra el trono. Un sistema político que parecía frágil salió indemne de la crisis de fin de siglo. No hubo acción política pero sí mucha exaltación de la palabra: todos los políticos e intelectuales mostraron un afán regenerador.
La oleada de pesimismo tras 1898 afectó, sobre todo, en el plano intelectual, que llevó al Regeneracionismo y la Generación del 98, encabezado por el principal teorizador, Joaquín Costa, que denunció las lacras del sistema y reclamó una urgente renovación de la vida política del país. Para ello creó una especie de nuevo partido político, Cámaras de Comercio, para organizar una unión nacional que sirviera de alternativa a los dos partidos dinásticos del turno.
Parecía que habíamos interiorizado la derrota con irresponsable indiferencia y pasividad, pero no fue así pues:
- Hubo una crisis de conciencia nacional , intensa reflexión sobre España y su significación en la historia. Los intelectuales percibieron un drama nacional: el “problema de España”. Estos intelectuales estaban formados por la Generación del 98: Ramiro de Maeztu, Valle-Inclán, Antonio y Manuel Machado, Miguel de Unamuno, Azorín, Pio Baroja, Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, etc. , que desde cierto darwinismo atribuían la decadencia de España a una enfermedad de la raza, algún mal que afectaba a la nación y al pueblo español.
La cuestión del 98 fue el ver si el régimen canovista era o no capaz de evolucionar gradualmente hacia un sistema constitucional y parlamentario verdaderamente democrático; cabe decir que la evolución no fue, ni era, posible, por la no apertura de la oligarquía gobernante y la crisis del parlamentarismo, que acabó con el golpe de estado de Miguel Primo de Rivera.

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