El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del
sistema canovista.
INTRODUCCIÓN.
Entendemos
por Restauración el periodo histórico que comprende la vuelta al trono de la
dinastía Borbón en España; se desarrolló entre el pronunciamiento del general
Martínez Campos en 1874 y la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923). Supuso
el fin de la I República, que había sido incapaz de organizar un proyecto
político estable. El impulsor del nuevo régimen fue el malagueño Antonio
Cánovas del Castillo, que organizó un sistema monárquico liberal, cuyas bases
se establecieron y consolidaron durante el reinado de Alfonso XII y la regencia
de Mª Cristina.
1. La creación del sistema canovista.
1.1. Los orígenes del proceso restaurador.
Cansada la
sociedad española de la inestabilidad del Sexenio, fue tomando cuerpo la idea
de restablecer la monarquía borbónica. Así, el 1 de diciembre de 1874, el
príncipe Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II, proclamó en el Manifiesto de
Sandhurst su intención de convertirse en rey de España bajo los principios
constitucionales, liberales y católicos. Mientras, en España, el 29 de
diciembre del mismo año, el general Martinez Campos mediante un golpe de Estado
en Sagunto (Valencia) proclamó al príncipe Alfonso rey de España.
1.2. La formación de los partidos Liberal y
Conservador.
El
proyecto de Cánovas pretendía que la monarquía fuese la base y los partidos un
instrumento a su servicio (Liberal y Conservador mediante el turnismo) y que
creasen un muro de contención a los radicalismos carlistas y republicano.
Los dos
partidos eran:
●
Partido Conservador: dirigido por Cánovas del
Castillo, representa el sector más conservador de la Restauración. Está formado
por los restos del partido moderado y algunos progresistas. Y trataba de
conciliar a los isabelinos con los revolucionarios del sexenio.
●
Partido Liberal: estaba dirigido por Sagasta,
representando el sector progresista y la Unión Liberal de la Restauración y
defendían la Constitución de 1869, aunque querían colaborar con Cánovas.
2. Las bases del sistema de la Restauración.
2.1. La Constitución de 1876.
Al
principio Cánovas tomó todos los poderes, pero para legitimar la monarquía
parlamentaria era necesaria una constitución con la que regular y garantizar el
nuevo régimen político, lo suficientemente flexible para que pudiera adaptarse
a los programas de los dos partidos. Así pues convocó unas elecciones, con
sufragio universal masculino, para formar unas Cortes constituyentes que
deberían redactar y aprobar un nuevo texto constitucional. En realidad, la
manipulación de las elecciones, por parte del gobierno, permitió a los
conservadores redactar una Constitución favorable a sus intereses, que estaba
inspirada en la de 1845, aunque incorporaba aspectos de la de 1869.
Esta
Constitución tiene las siguientes características:
1. Es la
constitución de mayor vigencia de la Historia contemporánea de España y la más
estable.
2. Es un
texto breve aprobado por amplia mayoría de los diputados elegidos por sufragio
universal.
3. Es una
síntesis y punto medio entre las constituciones de 1845 y 1869 que mostraba
claramente el punto de partida: el pacto.
4.
Soberanía compartida entre el Rey y las Cortes.
5. Forma
de gobierno: Monarquía moderada y hereditaria.
6. Se
consagran derechos y libertades fundamentales, aunque queda sujeto a un
desarrollo posterior.
7. La
división de poderes queda implícita (no aparece en el texto).
• Poder
legislativo: Cortes con el Rey.
8. Cortes
bicamerales: Congreso y Senado, ambas cámaras colegisladoras.
9. Tema
polémico: el sufragio universal queda en manos de los gobiernos de turno.
10.
Confesionalidad católica del Estado con libertad religiosa en lo privado.
2.2. La monarquía, centro del sistema.
La
monarquía era el Estado y no su representación, y cumplía un triple papel en
este sistema político, ya que era expresión de la continuidad histórica, la
garantía del orden social y el monarca era la piedra angular del sistema.
Además, el
rey era un rey “soldado” cabeza del ejército, regulaba los tres poderes y
dirigía la vida política.
2.3. Las bases sociales y políticas: el
caciquismo.
Era un
sistema político oligárquico, caciquil y corrupto, como lo denominó Joaquín
Costa. Sin embargo, propició un largo periodo de estabilidad política y social.
El
caciquismo es una práctica política adulterada por los grupos oligárquicos y
personalidades locales en beneficio de intereses partidistas o particulares.
Esto permitía la utilización de la influencia y poder económico de los
caciques, sobre la sociedad. Estos caciques eran personas influyentes y ricas
del mundo rural que daban trabajo a jornaleros y tenían gran influencia en la
vida local tanto social como política. Gracias a esta influencia, los caciques
orientaban la dirección del voto, agradeciendo con “favores” la fidelidad
electoral y discriminando y extorsionando a los que no respetaban sus
intereses. Tanto Canovas como Sagasta lo permitieron para mantener la
estabilidad política y evitar la difusión de ideas contrarias a la
Restauración.
3. Los mecanismos del sistema político.
3.1. EL
SISTEMA DE PARTIDOS
Cánovas
admiraba el sistema parlamentario inglés y concibió el régimen de la
Restauración basado en dos partidos políticos que aceptaran la legalidad
constitucional y la monarquía: el Partido Conservador liderado por el propio
Cánovas, apoyado en las clases superiores, y el Partido Liberal dirigido por
Sagasta, sostenido por la burguesía industrial y las clases medias urbanas.
Ambas formaciones fueron partidos de cuadros, de notables, que practicaron el
bipartidismo, es decir, la alternancia periódica en el gobierno. De este modo
en la Restauración el poder quedó en manos de las élites políticas, sociales y
económicas, imposibilitando prácticamente la participación en los asuntos
públicos al resto de la ciudadanía. Y ello fue posible por la debilidad de las
fuerzas de la oposición.
3.2. EL
TURNISMO
El sistema
ideado por Cánovas basaba su funcionamiento en el turno pacífico de los
partidos dinásticos, es decir, los dos partidos leales a la Corona, que
pactaban el acceso al gobierno, sin recurrir a pronunciamientos militares (con
ello se evitaba que la monarquía se relacionase con un partido y garantizaban
las formas democráticas y la continuidad del régimen, pues alejaba del poder a
las tendencias políticas antimonárquicas). Para garantizar el turno entre los
dos partidos, se recurría al fraude electoral; así pues, el sistema político no
utilizaba procesos realmente democráticos. Por ello podemos hablar de un
funcionamiento oficial o teórico y otro real.
Leal con
su propio sistema, Cánovas tras un periodo de gobierno dejó paso a Sagasta; a
esta alternancia se le llamó turno, pero el turno no dejó de presentar
tensiones, así cuando murió prematuramente Alfonso XII en 1885, Cánovas y
Sagasta se comprometieron a continuar su apoyo combinado a la monarquía en el
llamado Pacto de El Pardo.
El
mecanismo del turno consistía en que periódicamente y de forma pactada
(fraude), el rey encargaba la formación de un nuevo gobierno al partido al que
le tocaba gobernar; este, desde el ministerio de Gobernación, confeccionaba el
encasillado o listas de diputados que deberían salir elegidos en cada distrito,
y donde habría reservado siempre algunos escaños a la oposición dinástica para
guardar apariencias. El encasillado o encasillamiento5 se entregaba a los
gobernadores civiles para que lo impusieran en la provincia y los ayuntamientos
a través del cacique local, que hace de intermediario entre la administración
central y el ámbito local. Para ello se manipulaban los censos electorales, se
coaccionaba, se presionaba o se daba favores para conseguir el voto, y, si eso
no bastaba, se cambiaban las actas de resultados. Aún cuando los liberales
quisieron reformar este sistema de caciques no pudieron porque ello les haría
perder los votos del mundo rural (el campo) y con ello el gobierno.
3.3. EL
FRAUDE ELECTORAL
El fraude
electoral fue una práctica habitual de los dos partidos turnantes, incluso
cuando se produjo el sufragio universal masculino en 1890; sólo en los núcleos
urbanos más importantes, donde la oposición política era más importante, se
hizo cada vez más difícil el control del sufragio universal. También se le
conoce con el nombre peyorativo de “pucherazo”, porque para
llevar a cabo la manipulación se guardaban las papeletas de votación en
pucheros, al que se añadían o sustraían votos según intereses; otros métodos
eran hacer votar a fallecidos o personas en ciertas circunscripciones en las
que no estaban inscritas. Otros métodos consistían en la colocación de las
urnas en lugares de imposible acceso o la manipulación de las votaciones con
lázaros y cuneros.
Con el
sistema del turno se favorecía la estabilidad política, pues al eliminar a la
oposición se alejaba el peligro de radicalización, que hubiese alterado el
orden establecido. Las listas de diputados estaban formadas por miembros de la
alta burguesía y aristocracia, que constituía una oligarquía que monopolizaba
los cargos político-administrativos y los escaños de las Cortes, controlando
así los resortes del poder y en beneficio de las clases dominantes a las que
representaban. Ni las clases medias ni las capas populares se sintieron
representadas por el sistema, por lo que se distanciaron de los asuntos
políticos.
5. La oposición a la Restauración.
5.1. El carlismo.
Derrotado
el carlismo en sus tres guerras, no logró ya recuperar la fuerza de antaño,
sobre todo por la pérdida del apoyo pontificio; con lo que se minimizaba su
opción dinástica y se redujo su poder a la zona del País Vasco y Navarra. A
ello se une su división en dos tendencias: los integristas y los
tradicionalistas. Aprovechando la libertad de asociación y el sufragio
universal estos se reorganizaron como
partido político, obteniendo escaños en 1896.
5.2. Los nacionalismos y regionalismos.
Se
desarrollaron diferentes tipos de nacionalismos:
●
Catalanismo: Surgió en los años 30 del siglo XIX
enfrentado al centralismo liberal y en defensa de la cultura y la lengua
tradicionales de Cataluña dando origen el movimiento conocido como Renaixença.
Comenzó siendo un movimiento literario y cultural para acabar siendo político a
finales del siglo XIX con las Bases de Manresa y con la aparición en el siglo XX de la Lliga
Regionalista.
●
El nacionalismo vasco: Se fundamentó en tres
elementos: el fuerismo, las guerras carlistas y el proceso industrializador. Comenzó
como un movimiento cultural y literario y acabó en político, reivindicando la
raza, la lengua y las costumbres tradicionales vascas con carácter xenófobo.
●
El galleguismo: Surgió en el siglo XIX con
carácter estrictamente cultural en el mundo rural dando lugar a la corriente
llamada Rexurdimento. No será hasta mediados del siglo XX cuando se convierta
en movimiento político.
5.3. La oposición republicana.
Reprimidos
en los inicios de la Restauración, no consiguieron recuperarse del fracaso de la Primera República, ni
extender su implantación social. Se agruparon en diferentes corrientes
doctrinales y políticas en torno a los antiguos líderes del Sexenio:
●
Federalistas (Pi i Margall). Se inclinaron a
posiciones socializantes y hallaron eco entre sectores populares de Cataluña,
Valencia y Andalucía.
●
Unionistas (Salmerón). Formaron el Partido
Centrista pues eran partidarios de la unidad territorial y política del Estado.
●
Radicales. Crearon el Partido Progresista,
siendo partidarios de la lucha armada, insurrecciones, atentados, etc. para
conseguir su fin.
●
Posibilistas. Grupo minoritario en torno a
Castelar, se integraron al final en el Partido Liberal de Sagasta.
5.4. El movimiento obrero.
Durante el
Sexenio, el obrerismo estuvo muy influenciado por el anarquismo y el socialismo
y se alejó del republicanismo. Durante la Restauración, el crecimiento
industrial y agrario no comportó mejoras en las condiciones de vida del
proletariado lo que provocó una intensificación de las luchas sociales. Tras
una primera de reivindicaciones obreras, el movimiento obrero se materializará
en distintas corrientes políticas y movimientos sociales:
1. En 1879
Pablo Iglesias funda el PSOE, de ideología marxista y con voluntad de
participar políticamente. Más tarde fundará la UGT (1888).
2. El
anarquismo, introducido por Fanelli fue clandestino y perseguido, imponiéndose
un anarquismo violento con organizaciones como la Mano Negra que sembró el
terror en Andalucía, aunque nunca se pudo probar su existencia.
6. La crisis del sistema.
Pese a ser
el más estable en la historia del liberalismo español, el sistema canovista fue
incapaz de democratizarse y de dar respuesta a una serie de problemas que se
habían ido gestando y que afloraron de forma evidente a raíz del Desastre de
1898:
• El
surgimiento de los nacionalismos.
• El
desarrollo de un movimiento obrero.
• El
problema militar, resultado de la escasa preparación e ineficacia del ejército,
su excesivo número de jefes y oficiales, el descontento de los militares, etc…
lo que convertirá en un poderoso grupo de presión.
• La
guerra de Marruecos, cuyo elevado coste en vidas y dinero la hizo muy
impopular.
• A todo ello se añadió la crisis de liderazgo
y la división interna que sufren los partidos dinásticos.
• El “gobierno largo” de Maura supuso diversas
reformas como la concesión de mayor autonomía a ayuntamientos y diputaciones
provinciales, la reforma de la ley electoral para combatir el caciquismo, etc.
Pero los proyectos de Maura se vinieron abajo como consecuencia de la Semana
Trágica de Barcelona (1909), protesta popular reprimida por el ejército que
provocó la dimisión de Maura.
• El
intento reformista más destacado de los liberales fue llevado a cabo por el
gobierno de Canalejas, que fomentó el establecimiento de nuevas órdenes
religiosas en España, impulsó un mayor intervencionismo del Estado en materia
social reglamentando la jornada laboral y el trabajo de mujeres y niños, y
estableció el servicio militar obligatorio, pero quedaron frustradas con el
asesinato de Canalejas. Con el fin de los proyectos de Maura y Canalejas, el
régimen canovista vio acelerarse su descomposición.
Pese a su
resonancia, el movimiento de 1917 no logró sus objetivos porque los tres
sectores implicados no tenían un programa común y la actuación revolucionaria
de las organizaciones obreras atemorizó a los sectores más moderados. No
obstante, la desintegración del régimen se vio acelerada y el sistema ideado
por Cánovas, desembocó en un régimen autoritario al implantarse la dictadura de
Primo de Rivera, que suspendió la Constitución de 1876 y los partidos políticos
y disolvió las Cortes.