viernes, 22 de marzo de 2019

LA RESTAURACIÓN



El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista.

INTRODUCCIÓN.

Entendemos por Restauración el periodo histórico que comprende la vuelta al trono de la dinastía Borbón en España; se desarrolló entre el pronunciamiento del general Martínez Campos en 1874 y la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923). Supuso el fin de la I República, que había sido incapaz de organizar un proyecto político estable. El impulsor del nuevo régimen fue el malagueño Antonio Cánovas del Castillo, que organizó un sistema monárquico liberal, cuyas bases se establecieron y consolidaron durante el reinado de Alfonso XII y la regencia de Mª Cristina.

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1. La creación del sistema canovista.
1.1. Los orígenes del proceso restaurador.
Cansada la sociedad española de la inestabilidad del Sexenio, fue tomando cuerpo la idea de restablecer la monarquía borbónica. Así, el 1 de diciembre de 1874, el príncipe Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II, proclamó en el Manifiesto de Sandhurst su intención de convertirse en rey de España bajo los principios constitucionales, liberales y católicos. Mientras, en España, el 29 de diciembre del mismo año, el general Martinez Campos mediante un golpe de Estado en Sagunto (Valencia) proclamó al príncipe Alfonso rey de España.


1.2. La formación de los partidos Liberal y Conservador.
El proyecto de Cánovas pretendía que la monarquía fuese la base y los partidos un instrumento a su servicio (Liberal y Conservador mediante el turnismo) y que creasen un muro de contención a los radicalismos carlistas y republicano.
Los dos partidos eran:

                   Partido Conservador: dirigido por Cánovas del Castillo, representa el sector más conservador de la Restauración. Está formado por los restos del partido moderado y algunos progresistas. Y trataba de conciliar a los isabelinos con los revolucionarios del sexenio.
                   Partido Liberal: estaba dirigido por Sagasta, representando el sector progresista y la Unión Liberal de la Restauración y defendían la Constitución de 1869, aunque querían colaborar con Cánovas.

2. Las bases del sistema de la Restauración.
2.1. La Constitución de 1876.
Al principio Cánovas tomó todos los poderes, pero para legitimar la monarquía parlamentaria era necesaria una constitución con la que regular y garantizar el nuevo régimen político, lo suficientemente flexible para que pudiera adaptarse a los programas de los dos partidos. Así pues convocó unas elecciones, con sufragio universal masculino, para formar unas Cortes constituyentes que deberían redactar y aprobar un nuevo texto constitucional. En realidad, la manipulación de las elecciones, por parte del gobierno, permitió a los conservadores redactar una Constitución favorable a sus intereses, que estaba inspirada en la de 1845, aunque incorporaba aspectos de la de 1869.

Esta Constitución tiene las siguientes características:
1. Es la constitución de mayor vigencia de la Historia contemporánea de España y la más estable.
2. Es un texto breve aprobado por amplia mayoría de los diputados elegidos por sufragio universal.
3. Es una síntesis y punto medio entre las constituciones de 1845 y 1869 que mostraba claramente el punto de partida: el pacto.
4. Soberanía compartida entre el Rey y las Cortes.
5. Forma de gobierno: Monarquía moderada y hereditaria.
6. Se consagran derechos y libertades fundamentales, aunque queda sujeto a un desarrollo posterior.
7. La división de poderes queda implícita (no aparece en el texto).
• Poder legislativo: Cortes con el Rey.
8. Cortes bicamerales: Congreso y Senado, ambas cámaras colegisladoras.
9. Tema polémico: el sufragio universal queda en manos de los gobiernos de turno.
10. Confesionalidad católica del Estado con libertad religiosa en lo privado.

2.2. La monarquía, centro del sistema.
La monarquía era el Estado y no su representación, y cumplía un triple papel en este sistema político, ya que era expresión de la continuidad histórica, la garantía del orden social y el monarca era la piedra angular del sistema.
Además, el rey era un rey “soldado” cabeza del ejército, regulaba los tres poderes y dirigía la vida política.

2.3. Las bases sociales y políticas: el caciquismo.
Era un sistema político oligárquico, caciquil y corrupto, como lo denominó Joaquín Costa. Sin embargo, propició un largo periodo de estabilidad política y social.
El caciquismo es una práctica política adulterada por los grupos oligárquicos y personalidades locales en beneficio de intereses partidistas o particulares. Esto permitía la utilización de la influencia y poder económico de los caciques, sobre la sociedad. Estos caciques eran personas influyentes y ricas del mundo rural que daban trabajo a jornaleros y tenían gran influencia en la vida local tanto social como política. Gracias a esta influencia, los caciques orientaban la dirección del voto, agradeciendo con “favores” la fidelidad electoral y discriminando y extorsionando a los que no respetaban sus intereses. Tanto Canovas como Sagasta lo permitieron para mantener la estabilidad política y evitar la difusión de ideas contrarias a la Restauración.

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3. Los mecanismos del sistema político.
3.1. EL SISTEMA DE PARTIDOS
Cánovas admiraba el sistema parlamentario inglés y concibió el régimen de la Restauración basado en dos partidos políticos que aceptaran la legalidad constitucional y la monarquía: el Partido Conservador liderado por el propio Cánovas, apoyado en las clases superiores, y el Partido Liberal dirigido por Sagasta, sostenido por la burguesía industrial y las clases medias urbanas. Ambas formaciones fueron partidos de cuadros, de notables, que practicaron el bipartidismo, es decir, la alternancia periódica en el gobierno. De este modo en la Restauración el poder quedó en manos de las élites políticas, sociales y económicas, imposibilitando prácticamente la participación en los asuntos públicos al resto de la ciudadanía. Y ello fue posible por la debilidad de las fuerzas de la oposición.

3.2. EL TURNISMO
El sistema ideado por Cánovas basaba su funcionamiento en el turno pacífico de los partidos dinásticos, es decir, los dos partidos leales a la Corona, que pactaban el acceso al gobierno, sin recurrir a pronunciamientos militares (con ello se evitaba que la monarquía se relacionase con un partido y garantizaban las formas democráticas y la continuidad del régimen, pues alejaba del poder a las tendencias políticas antimonárquicas). Para garantizar el turno entre los dos partidos, se recurría al fraude electoral; así pues, el sistema político no utilizaba procesos realmente democráticos. Por ello podemos hablar de un funcionamiento oficial o teórico y otro real.
Leal con su propio sistema, Cánovas tras un periodo de gobierno dejó paso a Sagasta; a esta alternancia se le llamó turno, pero el turno no dejó de presentar tensiones, así cuando murió prematuramente Alfonso XII en 1885, Cánovas y Sagasta se comprometieron a continuar su apoyo combinado a la monarquía en el llamado Pacto de El Pardo.
El mecanismo del turno consistía en que periódicamente y de forma pactada (fraude), el rey encargaba la formación de un nuevo gobierno al partido al que le tocaba gobernar; este, desde el ministerio de Gobernación, confeccionaba el encasillado o listas de diputados que deberían salir elegidos en cada distrito, y donde habría reservado siempre algunos escaños a la oposición dinástica para guardar apariencias. El encasillado o encasillamiento5 se entregaba a los gobernadores civiles para que lo impusieran en la provincia y los ayuntamientos a través del cacique local, que hace de intermediario entre la administración central y el ámbito local. Para ello se manipulaban los censos electorales, se coaccionaba, se presionaba o se daba favores para conseguir el voto, y, si eso no bastaba, se cambiaban las actas de resultados. Aún cuando los liberales quisieron reformar este sistema de caciques no pudieron porque ello les haría perder los votos del mundo rural (el campo) y con ello el gobierno.

3.3. EL FRAUDE ELECTORAL
El fraude electoral fue una práctica habitual de los dos partidos turnantes, incluso cuando se produjo el sufragio universal masculino en 1890; sólo en los núcleos urbanos más importantes, donde la oposición política era más importante, se hizo cada vez más difícil el control del sufragio universal. También se le conoce con el nombre peyorativo de “pucherazo”, porque para llevar a cabo la manipulación se guardaban las papeletas de votación en pucheros, al que se añadían o sustraían votos según intereses; otros métodos eran hacer votar a fallecidos o personas en ciertas circunscripciones en las que no estaban inscritas. Otros métodos consistían en la colocación de las urnas en lugares de imposible acceso o la manipulación de las votaciones con lázaros y cuneros.
Con el sistema del turno se favorecía la estabilidad política, pues al eliminar a la oposición se alejaba el peligro de radicalización, que hubiese alterado el orden establecido. Las listas de diputados estaban formadas por miembros de la alta burguesía y aristocracia, que constituía una oligarquía que monopolizaba los cargos político-administrativos y los escaños de las Cortes, controlando así los resortes del poder y en beneficio de las clases dominantes a las que representaban. Ni las clases medias ni las capas populares se sintieron representadas por el sistema, por lo que se distanciaron de los asuntos políticos.

5. La oposición a la Restauración.
5.1. El carlismo.
Derrotado el carlismo en sus tres guerras, no logró ya recuperar la fuerza de antaño, sobre todo por la pérdida del apoyo pontificio; con lo que se minimizaba su opción dinástica y se redujo su poder a la zona del País Vasco y Navarra. A ello se une su división en dos tendencias: los integristas y los tradicionalistas. Aprovechando la libertad de asociación y el sufragio universal estos se reorganizaron  como partido político, obteniendo escaños en 1896.

5.2. Los nacionalismos y regionalismos.
Se desarrollaron diferentes tipos de nacionalismos:
                   Catalanismo: Surgió en los años 30 del siglo XIX enfrentado al centralismo liberal y en defensa de la cultura y la lengua tradicionales de Cataluña dando origen el movimiento conocido como Renaixença. Comenzó siendo un movimiento literario y cultural para acabar siendo político a finales del siglo XIX con las Bases de Manresa y  con la aparición en el siglo XX de la Lliga Regionalista.
                   El nacionalismo vasco: Se fundamentó en tres elementos: el fuerismo, las guerras carlistas y el proceso industrializador. Comenzó como un movimiento cultural y literario y acabó en político, reivindicando la raza, la lengua y las costumbres tradicionales vascas con carácter xenófobo.
                   El galleguismo: Surgió en el siglo XIX con carácter estrictamente cultural en el mundo rural dando lugar a la corriente llamada Rexurdimento. No será hasta mediados del siglo XX cuando se convierta en movimiento político.

5.3. La oposición republicana.
Reprimidos en los inicios de la Restauración, no consiguieron recuperarse  del fracaso de la Primera República, ni extender su implantación social. Se agruparon en diferentes corrientes doctrinales y políticas en torno a los antiguos líderes del Sexenio:

                   Federalistas (Pi i Margall). Se inclinaron a posiciones socializantes y hallaron eco entre sectores populares de Cataluña, Valencia y Andalucía.
                   Unionistas (Salmerón). Formaron el Partido Centrista pues eran partidarios de la unidad territorial y política del Estado.
                   Radicales. Crearon el Partido Progresista, siendo partidarios de la lucha armada, insurrecciones, atentados, etc. para conseguir su fin.
                   Posibilistas. Grupo minoritario en torno a Castelar, se integraron al final en el Partido Liberal de Sagasta.



5.4. El movimiento obrero.
Durante el Sexenio, el obrerismo estuvo muy influenciado por el anarquismo y el socialismo y se alejó del republicanismo. Durante la Restauración, el crecimiento industrial y agrario no comportó mejoras en las condiciones de vida del proletariado lo que provocó una intensificación de las luchas sociales. Tras una primera de reivindicaciones obreras, el movimiento obrero se materializará en distintas corrientes políticas y movimientos sociales:
1. En 1879 Pablo Iglesias funda el PSOE, de ideología marxista y con voluntad de participar políticamente. Más tarde fundará la UGT (1888).
2. El anarquismo, introducido por Fanelli fue clandestino y perseguido, imponiéndose un anarquismo violento con organizaciones como la Mano Negra que sembró el terror en Andalucía, aunque nunca se pudo probar su existencia.

6. La crisis del sistema.
Pese a ser el más estable en la historia del liberalismo español, el sistema canovista fue incapaz de democratizarse y de dar respuesta a una serie de problemas que se habían ido gestando y que afloraron de forma evidente a raíz del Desastre de 1898:

• El surgimiento de los nacionalismos.
• El desarrollo de un movimiento obrero.
• El problema militar, resultado de la escasa preparación e ineficacia del ejército, su excesivo número de jefes y oficiales, el descontento de los militares, etc… lo que convertirá en un poderoso grupo de presión.
• La guerra de Marruecos, cuyo elevado coste en vidas y dinero la hizo muy impopular.
 • A todo ello se añadió la crisis de liderazgo y la división interna que sufren los partidos dinásticos.
 • El “gobierno largo” de Maura supuso diversas reformas como la concesión de mayor autonomía a ayuntamientos y diputaciones provinciales, la reforma de la ley electoral para combatir el caciquismo, etc. Pero los proyectos de Maura se vinieron abajo como consecuencia de la Semana Trágica de Barcelona (1909), protesta popular reprimida por el ejército que provocó la dimisión de Maura.
• El intento reformista más destacado de los liberales fue llevado a cabo por el gobierno de Canalejas, que fomentó el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España, impulsó un mayor intervencionismo del Estado en materia social reglamentando la jornada laboral y el trabajo de mujeres y niños, y estableció el servicio militar obligatorio, pero quedaron frustradas con el asesinato de Canalejas. Con el fin de los proyectos de Maura y Canalejas, el régimen canovista vio acelerarse su descomposición.
 
Pese a su resonancia, el movimiento de 1917 no logró sus objetivos porque los tres sectores implicados no tenían un programa común y la actuación revolucionaria de las organizaciones obreras atemorizó a los sectores más moderados. No obstante, la desintegración del régimen se vio acelerada y el sistema ideado por Cánovas, desembocó en un régimen autoritario al implantarse la dictadura de Primo de Rivera, que suspendió la Constitución de 1876 y los partidos políticos y disolvió las Cortes.