martes, 12 de marzo de 2019

REVOLUCIÓN LIBERAL EN EL REINADO DE ISABEL II. CARLISMO Y GUERRA CIVIL. CONSTRUCCIÓN Y ELABORACIÓN DEL ESTADO LIBERAL


La implantación del Liberalismo supuso una serie de transformaciones en la España del segundo tercio del siglo XIX:

- Una estructura política basada en un régimen constitucional y representativo, que sustituyó al tradicional absolutismo.

- Una estructura económica basada en una economía de mercado, que sustituyó a la economía agraria y gremial del Antiguo Régimen.

- Una estructura social basada en la igualdad ante la ley y en una sociedad de clases, que sustituyó a la vieja sociedad estamental.

Por otro lado, supuso el entendimiento entre una nueva burguesía y los grupos privilegiados del Antiguo Régimen, con la idea de implantar un liberalismo moderado.


1. LA GUERRA CARLISTA


Al nacer la princesa Isabel, su padre, Fernando VII, anuló mediante la Pragmática

Sanción la Ley Sálica que impedía reinar a las mujeres.

A la muerte de Fernando VII, su hermano Carlos reclamó los derechos al trono. Posteriormente, se produjeron levantamientos armados a favor de Don Carlos. El conflicto sucesorio evolucionó hacia una guerra civil.


Los carlistas encontraron apoyos en la pequeña nobleza rural, el bajo clero, algunos oficiales reaccionarios del ejército y pequeños propietarios campesinos. Este apoyo obedece a diversas razones, entre ellas: el temor a la desaparición de los privilegios fiscales y mayorazgos; la pérdida de exclusividad de los mandos del ejército por los segundones de la nobleza; temor a nuevas desamortizaciones y la abolición de los diezmos, en el caso de la iglesia; la perdida de exenciones fiscales en el del campesinado vasco.


DESARROLLO DE LA GUERRA


Desde el punto de vista militar, la guerra civil entre carlistas e isabelinos tuvo tres etapas diferentes :


La etapa inicial, entre 1833 y 1835, es un periodo de éxitos carlistas, a pesar de que la actuación de los capitanes generales a la muerte de Fernando VII limitó la trama conspiratoria. Carlos retorna de Inglaterra, donde se había refugiado tras la caída de los absolutistas en Portugal, en julio de 1834. La labor de Zumalácárregui, figura clave, sin duda, de esta etapa carlista, consiguió reunir un ejército de 35.000 hombres y el dominio de grandes espacios rurales en el País Vasco, pero fracasó en la toma de las capitales, especialmente la ciudad de Bilbao, considerada vital para el carlismo para obtener crédito y reconocimiento internacional. Se trata, además, de una guerra caracterizada por la extrema crueldad en ambos bandos con ejecuciones sistemáticas de prisioneros y civiles.


La segunda etapa, entre 1836-1837, se caracteriza por su proyección expedicionaria. A partir de 1835, tras la muerte de Zumalacárregui y el levantamiento del sitio de Bilbao, el predominio carlista se refleja en la realización de expediciones por norte, hacia Castilla y Madrid. El Carlismo ensayó la ruptura de su confinamiento bajo la presión de los liberales y salió para contactar y consolidar resistencias de focos distantes entre sí. Mientras tanto, en el ejército liberal, Espartero asumió el mando tras el éxito en Bilbao, y tuvo que afrontar esa ofensiva carlista. Hubo muchas expediciones destacadas, sin embargo, todas esas operaciones fracasaron y los carlistas no encontraron nuevos respaldos de importancia entre las poblaciones del centro y sur peninsular.


La tercera y última fase de la guerra, de 1838 a 1840, viene marcada por la división interna del carlismo y por la transacción. El bando carlista, desmoralizado y debilitado por los enfrentamientos internos de sus jefes, sufrió continuas derrotas. Los fracasos militares provocaron un aumento de las discrepancias que terminaron por escindir a los dirigentes carlistas en dos facciones opuestas: los apostólicos y los transaccionales. La resistencia se prolongó hasta julio de 1840, pero, en realidad, la victoria de los liberales era ya definitiva desde la huida de Don Carlos a Francia y la firma del convenio de Vergara.


2. LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA


EL RÉGIMEN DEL ESTATUTO REAL


El gobierno estuvo dirigido sucesivamente por Cea Bermúdez (moderada) y Martínez de la Rosa (progresista), para asesorar a María Cristina y se llevo a cabo lo siguiente:

1. División de España en 49 provincias.(Francisco Javier de Burgos)

2. Estatuto Real(1834) promovido por Martínez de la Rosa, era una carta otorgada, que manifiesta un liberalismo moderado, con las siguientes características:             

2.1.Consolidaba el poder de la Corona, que tenía iniciativa legal y compartía soberanía con las Cortes.

2.2.Sistema representativo muy estricto. Se estructuraba en dos cámaras: Cámara de Prócederes y Procuradores.


Mientras tanto, los absolutistas moderados querían pactar con los carlistas y durante ese tiempo, se produjo una escisión entre los liberales: doceañistas y exaltados.


LOS GOBIERNOS PROGRESISTAS


El Estatuto no reconocía la soberanía nacional y los derechos ciudadanos por los que les pareció insuficiente a una gran parte de los liberales, produciéndose movimientos revolucionarios entre 1835 y 1836, obligando a la regente a apoyarse en los progresistas, liderados por Mendizábal, fomentaron la libertad económica y comenzaron un proceso desamortizador. Más tarde, la regente sustituyó a Mendizábal por Javier Isturiz, que llevó a la formación del nuevo gobierno, presidido por Calatrava.


Poco después, se promulgó la Constitución de 1837, de carácter intermedio entre la Constitución de 1812 y el Estatuto Real de 1834. Tenía aspectos progresistas:

1.      Soberanía nacional

2.      Declaración de Derechos de ciudadano

3.      División de poderes

4.      Aconfesionalidad del Estado


Y también aspectos conservadores.

1.      Introducción de El Senado

2.      Amplia concesión de poderes a la Corona

3.      Sistema electoral muy restringido


EL TRIENIO MODERADO (1837-1840)


Los moderados ganaron las elecciones de 1837, y estos pretendían desvirtuar los elementos más progresistas de la Constitución a través de:

1.      Ley electoral más restrictiva

2.      Limitación de la libertad de prensa

3.      Ley de Ayuntamiento

4.      Devolver los bienes expropiados a la iglesia

5.      Intento de restablecer el diezmo


Finalmente, María Cristian renuncia a la regencia, debido a la revolución de 1840 que la obliga a exiliar, antes de dar un nuevo gobierno a los progresistas y se establecerá en París, conspirando contra los moderados contra el gobierno de Espartero.


3 LA REGENCIA DE ESPARTERO


Tras la Guerra Carlista, los progresistas se apoyan en el general Espartero para ejercer mayor influencia política frente a los moderados. El conflicto por la Ley de Ayuntamientos (los progresistas defendían la elección de alcaldes frente a la regente y los moderados) originó diversos desórdenes y la disolución de las Cortes, lo que obligó a Mª Cristina a renunciar a la regencia a favor del nuevo regente.


El gobierno de Espartero promovió la consolidación del régimen liberal en base a la Constitución de 1837, pero el general se apoyó en un sector del ejército para gobernar e implantó un gobierno autoritario y personalista, lo que provocó el rechazo de las élites políticas y sociales. Los moderados provocaron diversos pronunciamientos militares (contribuyendo a la tradición del militarismo de la vida política), que fueron reprimidos. Además, la política librecambista del gobierno originó en Barcelona una fuerte protesta (1842) por la crisis de la industria textil, procediendo el regente al bombardeo de Barcelona desde el castillo de Montjuic, lo que hundió su prestigio. Como resultado, las fuerzas antiesparteristas llevaron a cabo un nuevo pronunciamiento dirigido por el general Narváez que acabó con la regencia de Espartero.


4 LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)


Para los moderados, dirigidos por otro militar metido en política, Ramón María Narváez, las reformas administrativas eran el requisito fundamental para el buen gobierno. Defienden un estado centralizado y jerarquizado, de clara influencia francesa, con lo que se crean los gobernadores militares y civiles del Estado en las provincias.


Se hace la reforma de Hacienda Pública; se aprobó el Código Penal; se organiza la educación pública con la ley Moyano; se crea la Guardia Civil, que ocupa el lugar de la Milicia Nacional que va desapareciendo, en las zonas rurales; y se firma el Concordato entre España y la Santa Sede, para restablecer las relaciones con la Iglesia Católica .Asistimos también a la segunda guerra carlista(1846-1849), con el protagonismo de Cabrera y en los progresistas aparece una escisión: el partido demócrata.


En 1845 se elaboró una nueva constitución, que es el prototipo de moderada o conservadora, siendo una de las Constituciones con más vigencia en la historia del constitucionalismo español, aunque esta inspirada en la del 37 es mucho más conservadora. Las características más importantes de esta constitución son el gran poder del rey, el estado confesional que establece y el sufragio censitario es más acentuado que en la del 37


5 EL BIENIO PROGRESISTA


En el seno del grupo moderado se produjeron desacuerdos por la tendencia de sus gobiernos al ultraconservadurismo, los casos de corrupción y arbitrariedades. Ello provocó un cambio de gobierno, de nuevo por el sistema del pronunciamiento, en la denominada “revolución de 1854”: el general O`Donnell en Vicálvaro llevó a cabo un pronunciamiento militar conocido como la Vicalvarada, que se concretó en la publicación del “Manifiesto de Manzanares” documento que respondía a las aspiraciones progresistas.

Isabel II llamó a Espartero para formar gobierno con los progresistas y O´Donnell,

centrándose su labor en profundizar el régimen liberal y el desarrollo económico.

Sus principales iniciativas fueron:


1. Redacción de la Constitución de 1856 (llamada “nonata” pues no llegó a entrar en vigor), que recogía los ideales progresistas (soberanía nacional, mayores derechos ciudadanos, restablecimiento de la Milicia nacional, etc…).


2. Ley de Desamortización General (1855) llevada a cabo por el ministro Pascual Madoz, que afectó principalmente a los bienes municipales, y que se verá más detenidamente en el siguiente tema.


3. Ley General de Ferrocarriles (1855) que otorgaba incentivos y ayudas a las empresas de construcción ferroviaria, lo que se tradujo en un impulso de la construcción de líneas férreas.


4. Creación de un sistema financiero abierto a las inversiones de capital extranjero mediante la Ley bancaria y la de sociedades de crédito (1856).


Al margen de ello, el bienio tuvo una fuerte conflictividad social, debido a las malas condiciones sociales de los trabajadores (huelga general en Barcelona, 1855) y al descontento por los impuestos de consumos, lo que provocó que Espartero fuese sustituido por O´Donnell durante un breve tiempo. De todos modos, la importancia del Bienio radicó en su intento de ampliar las bases sociales del régimen y las libertades, lo que permitió el auge de corrientes políticas más avanzadas como el liberalismo democrático y el republicanismo.



6 LA HEGEMONÍA DE LA UNIÓN LIBERAL (1856-1863)
Tras los enfrentamientos entre moderados y progresistas y el breve gobierno de O´Donnell, la reina encargó de nuevo a los moderados de Narváez formar gobierno (1856- 1857), con lo que se desmanteló la obra del Bienio y se volvió a las instituciones anteriores a 1854.
Desde 1858, O´Donnell, que había formado un partido de centro llamado la Unión Liberal con los sectores más moderados de los progresistas y los más avanzados de los moderados, lideró un nuevo gobierno. Este nuevo ejecutivo tuvo una mayor estabilidad, favorecido por el crecimiento de los ferrocarriles y la prosperidad económica, y se orientó a ampliar las bases sociales de la monarquía.
Entre sus iniciativas destacan las siguientes:
1. Restauró la Constitución de 1845, aunque dando un mayor protagonismo al
Parlamento en detrimento de la Corona.
2. Impulsó la economía del país, favorecida por mayores inversiones y créditos
para la creación de empresas, por el aumento de las construcciones ferroviarias,
y por la expansión de la industria en el norte de España (Asturias, País Vasco) y
en Cataluña. No obstante, el sur siguió dependiendo de las actividades
exclusivamente agrarias, lo que dio lugar a protestas y revueltas campesinas
como la dirigida por Pérez del Álamo en Loja (1861).
3. Desarrolló una activa política exterior dirigida a recuperar el prestigio
internacional de España. Para ello, se intervino en:
· Marruecos, mediante una guerra imperialista que consumió enormes recursos
económicos y humanos intentando controlar el norte del territorio.
· América, donde por un lado se entró en conflicto con Chile, Perú y Ecuador en la
llamada Guerra del Pacífico, y por otro se participó en una expedición militar a
México realizada por Francia en apoyo del emperador Maximiliano, que resultaría
fallida.
· Oriente: colaboró con la expansión colonial de Francia en la expedición a la
Cochinchina (Indochina).
7 EL LIBERALISMO EN CRISIS: REVOLUCIÓN Y FIN DEL REINADO(1863-1868)
No obstante, las intrigas y desavenencias en el seno de la Unión Liberal provocaron la
dimisión de O`Donnell en 1863. Lo que sucedió desde entonces a 1868 fue un período de gran inestabilidad política, que evidenciaba el agotamiento del régimen isabelino moderado, incapaz de atraerse a los sectores sociales más avanzados. La oposición a la monarquía fue en crecimiento, protagonizada por los intelectuales (represión de la “noche de San Daniel, 10 de abril de 1865, contra los estudiantes), por sectores del ejército (intentos de pronunciamiento del general Prim, los sargentos del cuartel de San Gil) y por las fuerzas políticas más avanzadas.
La monarquía, cada vez más desprestigiada, se iba quedando sin apoyos, y progresistas y demócratas se aliaron en el Pacto de Ostende (1866).
Los objetivos eran los siguientes:
· Derrocar a la reina Isabel II
· Convocatoria de Cortes por sufragio universal.
A ello se sumó el descontento por la crisis económica y el fin de la expansión ferroviaria. Finalmente, el fallecimiento de O´Donnell (1867) y de Narváez (1868), principales apoyos de Isabel II, animó finalmente al conjunto de la oposición a plantear un alzamiento revolucionario. La revolución de 1868 (la “Gloriosa”) se inició en septiembre en Cádiz y provocó unos días después la caída de Isabel II, que abandonó territorio español mientras los militares sublevados (Prim, Serrano…) se hacían con el poder dando inicio al llamado Sexenio Revolucionario o Democrático (1868-1874).